Pasado ese tiempo, el rey ofreció en el patio de los jardines reales un banquete de siete días al que invitó a toda la población, ricos y pobres por igual, que se hallaba en la ciudadela de Susa.
Durante muchos días, más de ciento ochenta, hizo ostentación de las riquezas de su reino y del magnífico esplendor de su grandeza.