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Referencias Cruzadas

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Esdras 2:1

La Palabra (versión española)

Esta es la lista de los que, perteneciendo a la provincia [de Judá] y siendo descendientes de aquellos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había desterrado a Babilonia, regresaron del exilio retornando a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad.

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27 Referencias Cruzadas  

Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó deportados al resto de la gente que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la población.

Todo Israel quedó censado y registrado en el libro de los Reyes de Israel. Judá fue desterrado a Babilonia por su infidelidad.

Los primeros que regresaron a sus posesiones y ciudades fueron tanto israelitas seglares como sacerdotes, levitas y sirvientes del Templo.

Todos estos objetos de oro y plata —cinco mil cuatrocientos en total— se los llevó Sesbasar a Jerusalén cuando regresaron los desterrados desde Babilonia.

Estaban encabezados por Zorobabel, Josué, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejún y Baaná. Número de los varones del pueblo de Israel:

Los sacerdotes, los levitas y una parte del pueblo se establecieron en Jerusalén, los cantores, los porteros y los donados en las ciudades que les correspondía; el resto de Israel habitó en sus respectivas ciudades.

Sepa el rey que hemos visitado la provincia de Judea y el Templo del gran Dios, que se construye con grandes piedras labradas y cuyas paredes se refuerzan con maderos. La obra se hace con premura y progresa rápidamente.

Pero fue en Acmetá, en el palacio de la provincia de Media, donde se encontró un rollo que rezaba: Memoria:

Los repatriados venidos del destierro sacrificaron holocaustos al Dios de Israel: doce becerros, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos por todo Israel, y doce machos cabríos por los pecados. Todos fueron sacrificados en honor del Señor.

Estos fueron los sacerdotes y los levitas que volvieron con Zorobabel, hijo de Salatiel, y con Josué: Seraías, Jeremías, Esdras,

Esta historia sucedió en los días en que el reino de Asuero se extendía sobre ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía,

que trajeran a su presencia a la reina Vasti, luciendo la corona real, para que el pueblo y los principales del reino pudieran admirar la belleza de la reina, pues era realmente hermosa.

En el tercer año de su reinado ofreció un banquete a todos sus oficiales y altos funcionarios. Los jefes del ejército de los persas y los medos, los nobles y los gobernadores de las provincias se dieron cita allí.

Todos los invitados podían beber cuanto quisieran, pues los sirvientes habían recibido la orden del rey de servir a cada cual lo que deseara.

Inmediatamente se llamó a los escribas reales. Era el día veintitrés del mes tercero, es decir, el mes de Siván. Todo lo que ordenó Mardoqueo fue puesto por escrito para los judíos, los sátrapas reales, los gobernadores y los altos funcionarios de las ciento veintisiete provincias, desde la India hasta Etiopía, en la escritura de cada provincia y en la lengua de cada pueblo. A los judíos también se les escribió en su escritura y lengua.

Salid de Babilonia, huid de los caldeos. Contadlo con alborozo, proclamad todo esto, difundid la noticia hasta el confín de la tierra. Decid: «El Señor ha rescatado a su siervo Jacob».

Devolveré Israel a su dehesa, pastará en el Carmelo y en Basán; en la montaña de Efraín y en Galaad podrá saciar su apetito.

Desterrada y humillada, Judá sufre esclavitud y habita entre las naciones sin encontrar su morada; todos sus perseguidores le han dado caza en su asedio.

Sus enemigos la oprimen, sus adversarios prosperan, porque el Señor la ha afligido por sus copiosos pecados; sus niños van al destierro delante del enemigo.

Expiaste tu culpa, Sion; no volverá a desterrarte. Serás castigada, Edom, descubiertos tus pecados.

se convertirá en propiedad de los supervivientes de Judá; allí apacentarán sus rebaños, y por la noche se alojarán en las casas de Ascalón. Porque intervendrá el Señor para favorecer a Judá y hacer que cambie su suerte.

Leído el mensaje, el gobernador preguntó a Pablo de qué provincia era; al saber que procedía de Cilicia, le dijo:




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