Entonces reflexioné sobre todas mis obras y sobre la fatiga que me habían costado, y concluí que todo era ilusión y vano afán, pues no se saca ninguna ganancia bajo el sol.
A quien le agrada, Dios le concede sabiduría, ciencia y alegría; pero al pecador le impone la tarea de recoger y acumular para dejárselo al que agrada a Dios. ¡También esto es ilusión y vano afán!
una persona sola, sin nadie, sin hijos ni hermanos, que se fatiga sin descanso y no se harta de riquezas: ¿Para quién se fatiga, privándose de la felicidad? También esto es pura ilusión y mal asunto.
Esperáis encontrar mucho, pero halláis poco: lo que traéis a casa yo lo disipo de un soplo. ¿Por qué causa es así? —dice el Señor del universo—. Pues porque es mi Templo el que está en ruinas, mientras cada uno de vosotros se preocupa de su propia casa.