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Referencias Cruzadas

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Daniel 4:5

La Palabra (versión española)

Al final se presentó ante mí Daniel, apodado Baltasar en referencia al nombre de mi dios y partícipe del espíritu de los dioses santos. Y yo le relaté mi sueño:

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15 Referencias Cruzadas  

Pasaron dos años y el faraón tuvo un sueño: Estaba de pie junto al Nilo

El jefe del personal de la corte les puso otros nombres: a Daniel lo llamó Baltasar; a Ananías le puso Sadrac; a Misael, Mesac, y a Azarías, Abednegó.

El año segundo de su reinado, Nabucodonosor tuvo unos sueños que turbaron su espíritu y no le dejaban dormir.

Una vez que comparecieron ante su presencia, el rey les dijo: —He tenido un sueño y estoy intrigado por conocer su sentido.

En las visiones que pasaban por mi mente mientras dormía, pude ver cómo un santo vigilante bajaba del cielo

Que sea desposeído de entendimiento humano, que su razón se equipare a la de un animal, hasta que hayan pasado siete años.

Este es el sueño que tuve yo, el rey Nabucodonosor. Por tu parte, Baltasar, dime cómo se interpreta, pues ningún sabio de mi reino ha podido hacerlo. Tú serás sin duda capaz de ello, pues participas del espíritu de los dioses santos.

eres tú, majestad. Te has hecho grande y poderoso: tu grandeza ha llegado hasta el cielo y tu poder se ha expandido por los confines de la tierra.

Cuando llegó a oídos de la reina lo que decían el rey y sus dignatarios, se presentó en la sala del banquete y dijo: —¡Larga vida al rey! No te alarmes ni palidezcas,

pues tienes en tu reino a un hombre que participa del espíritu de los dioses santos. En vida de tu padre demostró tener una clarividencia, una inteligencia y una sabiduría propias de los dioses. El rey Nabucodonosor, tu padre, lo nombró jefe de los magos, adivinos, hechiceros y astrólogos.

El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones mientras dormía. Al despertar, puso por escrito el sueño que había tenido:

Aquí termina el relato. Yo, Daniel, quedé preocupado con todas las ideas que me bullían y hasta se me mudó el color del semblante, al tiempo que guardaba en mi corazón todas aquellas cosas.




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