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Referencias Cruzadas

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Daniel 4:27

La Palabra (versión española)

el rey iba pensando: «Esta es la gran Babilonia, construida por mí como residencia real, obra de mi poder y manifestación de mi magnificencia».

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44 Referencias Cruzadas  

¡Tal vez Dios se arrepienta, se calme el furor de su ira y no perezcamos!».

Arrepiéntete del mal que has hecho y pide al Señor que, si es posible, te perdone el haber abrigado tal pensamiento.

Dad limosna de lo que tenéis dentro, y de ese modo todo quedará limpio en vosotros.

Si alguno robaba, no robe más, sino que se esfuerce trabajando honradamente con sus propias manos para que pueda ayudar al que está necesitado.

Hermanos, habéis sido llamados a disfrutar de libertad. ¡No utilicéis esa libertad como tapadera de apetencias puramente humanas! Al contrario, haceos esclavos los unos de los otros por amor.

Amor y verdad reparan delitos, el respeto al Señor aparta del mal.

Ante todo, amaos entrañablemente unos a otros, pues el amor alcanza el perdón de los pecados por muchos que sean.

Demostrad con hechos vuestra conversión

si no extorsiona a nadie, devuelve la prenda al deudor y no roba, si da su pan al hambriento y proporciona ropa al desnudo,

El que oculta sus delitos no prosperará; quien los reconoce y se enmienda, obtendrá compasión.

—¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado así, no lo castigaré mientras viva. Castigaré a su familia en vida de su hijo.

sino que me dirigí en primer lugar a los habitantes de Damasco, y luego a los de Jerusalén, a los de todo el país judío y a los de las naciones extranjeras, proclamando la necesidad de convertirse, de volver a Dios y de observar una conducta propia de gente convertida.

Proclamaré ante los reyes tus mandatos sin sentir vergüenza alguna.

En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad,

En Cristo Jesús, en efecto, da lo mismo estar circuncidados que no estarlo; lo que cuenta es la fe, que actúa por medio del amor.

Conscientes del respeto que merece el Señor, nos esforzamos en convencer a los demás, pues lo mismo que nuestra vida no tiene secretos para Dios, espero que tampoco los tenga para vosotros.

Pero cuando tocó el tema de la rectitud de conducta, del dominio de sí mismo y del juicio venidero, Félix se atemorizó y exclamó: —Puedes retirarte. Ya te llamaré cuando lo crea oportuno.

Quizá se decida a no hacer daño y a sembrar bendiciones a su paso: ofrendas y libaciones para el Señor, vuestro Dios.

devuélvele el manto antes de la puesta del sol, para que se cubra con él durante la noche. Él estará agradecido contigo y el Señor tu Dios tendrá en cuenta esta buena acción.

Buscad el bienestar de la ciudad a la que habéis sido deportados y orad por ella al Señor, pues de su bienestar dependerá el vuestro.

Contestó Jeremías: —No te entregarán en sus manos. Haz caso de lo que te dice el Señor a través de mí, pues te irá bien y conservarás la vida.

Y siguieron diciendo: —Vamos a edificar una ciudad y una torre que llegue hasta el cielo, para hacernos famosos y para no dispersarnos por toda la tierra.

Que no se te ocurra pensar: «He alcanzado esta prosperidad gracias a mi esfuerzo y mis propios medios».

Pero temí las burlas del enemigo, que los adversarios pudieran entenderlo mal y pensaran: «La victoria ha sido nuestra, nada de esto lo ha hecho el Señor».

La arrogancia acarrea deshonra, la humildad trae sabiduría.

Decía [el rey de Samaría]: «Lo he hecho con la fuerza de mi mano, con mi sabiduría y con mi perspicacia. Desvié las fronteras de los pueblos, me he apropiado de todos sus tesoros, abatí como un héroe a sus reyes.

Pues ahora escucha, lasciva, tú que vives confiada, que dices en tu interior: «Yo sola y ninguno más; ni viuda voy a vivir ni me quedaré sin hijos».

Confiabas en tu maldad y decías: «No hay nadie que me vea»; pero tu destreza y tu saber han acabado por extraviarte. Decías en tu interior: «Yo sola y nadie más»;

Dirás: Esto dice el Señor Dios: Aquí estoy contra ti, faraón, rey de Egipto, cocodrilo gigantesco tumbado en medio del Nilo. «Mío es mi Nilo —dices—, yo mismo lo hice».

Egipto quedará desolado y en ruinas, y reconocerán que yo soy el Señor. Por haber dicho: «Mío es el Nilo, yo mismo lo hice»,

Os alegráis por Lodebar y decís: ¿No conquistamos Carnáin con nuestras fuerzas?

Luego recobran el aliento y prosiguen, no tienen más dios que su fuerza.

Esto sucederá a la ciudad alegre, la que vivía confiada diciendo en su corazón: «Solo yo y nadie más». ¡Cómo ha quedado asolada, convertida en guarida de bestias! Todo el que pase junto a ella silbará y agitará su mano.




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