Sus hijos, sin embargo, romperán las hostilidades y congregarán un ejército inmenso, que barrerá todo como una impetuosa inundación; después uno de ellos regresará y seguirá combatiendo hasta la fortaleza.
Entonces, el rey del sur se pondrá en marcha encolerizado y luchará contra el rey del norte, que movilizará un ejército enorme, pero acabará derrotado.
Incluso se llevará consigo a Egipto, como botín, a sus dioses, sus ídolos de metal y otros valiosos utensilios de plata y oro. Durante algunos años dejará tranquilo al rey del norte.
El carro de caballos negros sale hacia el norte, el de caballos blancos parte siguiendo sus pasos, y el de caballos tordos avanza hacia el país del sur.
Ellos harán la guerra al Cordero; pero el Cordero, que es Rey de reyes y Señor de señores, los derrotará, y en su triunfo participarán los llamados, los elegidos y los creyentes.