Por mi parte, el año primero de Darío el medo estuve a su lado para darle fuerzas y apoyo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos, valerosos guerreros que cumplís sus órdenes y prestáis atención a su palabra.
El que parecía un hombre me tocó y me devolvió las fuerzas. Después me dijo:
El reino pasó a manos de Darío el medo, que por entonces tenía sesenta y dos años.
El año primero de Darío, hijo de Asuero, de ascendencia meda y rey del imperio caldeo,
animando de paso a los creyentes y exhortándolos a permanecer firmes en la fe: «Para entrar en el reino de Dios —les advertían— nos es necesario pasar por muchos sufrimientos».