Tu paladar es como vino bueno que me baja suavemente, remojando los labios y los dientes.
Llamarías y yo respondería, añorarías la obra de tus manos.
el Señor ama a quienes lo veneran, a los que esperan en su amor.
El rey está prendado de tu belleza, él es tu señor, ¡póstrate ante él!
Mi amado es mío y yo de mi amado, que pasta entre azucenas.
Yo soy de mi amado y mi amado es mío, que pasta entre azucenas.
Yo pertenezco a mi amor que siente pasión por mí.
—Hijo de hombre, voy a quitarte de repente la delicia de tus ojos. Pero no harás duelo ni llorarás, ni derramarás una sola lágrima.
Es mi deseo, Padre, que todos estos que tú me has confiado estén conmigo y contemplen mi gloria, la que me diste porque me amaste antes de que el mundo existiese.
Pues anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y sirvo,
Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí. Mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.