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Referencias Cruzadas

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Apocalipsis 9:2

La Palabra (versión española)

Abrió lo profundo del abismo, y de sus profundidades, como de un horno gigantesco, salió una densa humareda. El sol y el aire se oscurecieron a causa del humo del abismo,

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16 Referencias Cruzadas  

Cuando el sol se puso y llegó la oscuridad, un horno humeante y una antorcha de fuego pasaron entre los animales descuartizados.

Cuando dirigió su mirada hacia Sodoma y Gomorra y toda la región de la llanura, vio un humo que subía de la tierra, como el humo de un horno.

Todo el monte Sinaí estaba envuelto en humo porque el Señor descendió sobre él en medio del fuego. El monte se estremecía violentamente y subía de él una humareda como la humareda de un horno.

¡Clama, puerta; ciudad, grita; tiembla, Filistea toda! Una polvareda se acerca desde el norte, sin nadie que escape a su ímpetu.

Los que no se postren para adorarla serán inmediatamente arrojados al horno ardiente.

En su presencia tiembla la tierra, los cielos se estremecen, el sol y la luna se oscurecen y dejan de brillar las estrellas.

día de oscuridad y de tinieblas, de nubarrones y densa niebla. Como el amanecer sobre los montes, así avanza un pueblo fuerte y numeroso; nunca antes hubo otro como él, ni volverá a existir después por muchas generaciones que pasen.

Haré prodigios en el cielo y milagros en la tierra: sangre, fuego y vapor humeante.

El tormento será eterno y no habrá descanso ni de día ni de noche para quienes adoren a la bestia y a su imagen, para quienes se hayan dejado tatuar su nombre.

El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino quedó sumido en tinieblas.

El cuarto ángel tocó la trompeta, y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas quedó como herida de muerte, la tercera parte de ellos se oscureció y las tinieblas invadieron la tercera parte del día y de la noche.

El quinto ángel tocó la trompeta, y vi cómo le fue entregada la llave del abismo a una estrella que había caído del cielo a la tierra.

Su rey es el ángel del abismo, llamado en hebreo Abadón, y en griego Apolión.

Vi igualmente los caballos y sus jinetes, que vestían corazas de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como de león, y sus bocas despedían fuego, humo y azufre;




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