Los peces del Nilo murieron, y el río empezó a despedir un olor tan pestilente que los egipcios no pudieron beber de sus aguas. Egipto entero se llenó de sangre.
Haré pasar por el fuego a este tercio, lo purificaré como se hace con la plata y lo acrisolaré como se acrisola el oro. Me invocará y yo lo escucharé; yo diré: «Es mi pueblo»; y él responderá: «El Señor es mi Dios».
Con su cola arrastró un tercio de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se puso al acecho frente a la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a devorar al hijo en cuanto naciera.
El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo un astro de grandes proporciones que, ardiendo como una antorcha, se abatió sobre la tercera parte de los ríos y de los manantiales.
El cuarto ángel tocó la trompeta, y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas quedó como herida de muerte, la tercera parte de ellos se oscureció y las tinieblas invadieron la tercera parte del día y de la noche.
Tocó la trompeta el primero, y cayó sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. La tercera parte de la tierra quedó abrasada; la tercera parte de los árboles quedó abrasada; toda la hierba verde quedó abrasada.