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Referencias Cruzadas

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Apocalipsis 2:25

La Palabra (versión española)

Solo os pido que lo que ahora poseéis lo conservéis intacto hasta mi venida.

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16 Referencias Cruzadas  

Una vez que me haya ido y os haya preparado el lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que podáis estar donde esté yo.

Uno de ellos, llamado Agabo, impulsado por el Espíritu, anunció que iba a sobrevenir una gran escasez en el mundo entero (la cual, en efecto, tuvo lugar durante el reinado de Claudio).

No hagáis de vuestro amor una comedia. Aborreced el mal y abrazad el bien.

Y, de hecho, siempre que coméis de este pan y bebéis de esta copa, estáis proclamando la muerte del Señor, en espera de que él venga.

Así que no emitáis juicios prematuros. El Señor es quien iluminará, cuando venga, lo que se esconde en la oscuridad y quien pondrá al descubierto las secretas intenciones de cada persona. Entonces cada uno recibirá de Dios su merecido.

Examinadlo todo y quedaos con lo bueno.

Mantengamos fielmente la esperanza que profesamos porque quien ha hecho la promesa es fiel,

Cristo, en cambio, como Hijo que es, está al frente de la casa de Dios. Una casa que somos nosotros mientras mantengamos la confianza y la ilusión que nace de la esperanza.

Y ya que contamos con un sumo sacerdote excepcional que ha traspasado los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengámonos firmes en la fe que profesamos.

Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se derrumbarán con estrépito, los elementos del mundo quedarán pulverizados por el fuego y desaparecerá la tierra con cuanto hay en ella.

¡Mirad cómo viene entre las nubes! Todos lo verán, incluso quienes lo traspasaron, y todas las naciones de la tierra prorrumpirán en llanto por su causa. Sí. Amén.

El que da fe de todo esto proclama: —Sí, estoy a punto de llegar. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!

Mira que estoy a punto de llegar. ¡Dichoso quien preste atención al mensaje profético de este libro!

Estoy a punto de llegar. Conserva, pues, lo que tienes, para que nadie te arrebate la corona.

¿No recuerdas aquella tu disposición para escuchar y recibir? Pues mantenla y, si es preciso, cambia de conducta. Porque, si no estás en vela, vendré a ti como un ladrón, sin que puedas saber a qué hora llegaré contra ti.




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