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Referencias Cruzadas

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Apocalipsis 16:1

La Palabra (versión española)

Oí entonces una voz poderosa que desde el Templo ordenaba a los siete ángeles: —Id a derramar sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.

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17 Referencias Cruzadas  

Descarga tu ira sobre los pueblos que te ignoran, sobre los reinos que no invocan tu nombre.

Derrama tu ira sobre las naciones que no te reconocen; derrámala también sobre los pueblos que no invocan tu nombre. Pues han devorado a Jacob, lo han devorado y consumido, y han asolado su morada.

Y [el Señor] dijo al hombre con ropa de lino: —Métete entre las ruedas que hay debajo de los querubines y toma un puñado de brasas de debajo de los querubines. Después las esparces por la ciudad. Y entró estando yo allí.

Entonces derramé sobre ellos mi furor, los aniquilé con el fuego de mi cólera y los hice responsables de su conducta —oráculo del Señor Dios.

Así pues, esperad el día —oráculo del Señor— en que me ponga en pie para acusaros, pues he decidido reunir a las naciones y congregar en uno a todos los reinos para descargar sobre ellos mi enojo y todo el furor de mi ira, hasta que mi ardiente celo devore totalmente la tierra.

En aquel instante se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y dentro de él apareció el Arca de su alianza en medio de relámpagos, truenos fragorosos, temblores de tierra y un recio granizar.

Salió del Templo otro ángel y gritó con voz poderosa al que estaba sentado en la nube: —Empuña tu hoz y comienza a segar. Es el tiempo de la siega, pues ya está la mies en sazón.

Y todavía surgió del altar un ángel más —el que tiene poder sobre el fuego— y ordenó con fuerte voz al de la hoz afilada: —Empuña tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues ya están las uvas en sazón.

Vi luego en el cielo otra señal formidable y maravillosa: siete ángeles llevaban las siete últimas calamidades con las que había de consumarse la ira de Dios.

El séptimo ángel derramó, finalmente, su copa en el aire, y una voz poderosa procedente del Templo, de junto al trono mismo, clamó: —¡Hecho está!

El Señor te ha enviado a esta campaña con la orden de consagrar al exterminio a esos amalecitas pecadores y de atacarlos hasta acabar con ellos.

Por tanto, ataca a Amalec, consagra sin miramientos al exterminio todas sus pertenencias y mata hombres y mujeres, muchachos y bebés, vacas y ovejas, camellos y asnos.




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