Recibí después una vara de medir semejante a un bastón, y me ordenaron: —Ve, toma las medidas del Templo de Dios y de su altar y cuenta el número de sus adoradores.
Utilizaré como plomada el derecho, usaré como nivel la justicia. Y el granizo destruirá vuestro falso refugio, vuestro cobijo sufrirá el azote del agua.
Y el pueblo de los santos del Altísimo recibirá la soberanía, el poder y la gloria de todos los reinos que existen bajo el cielo. Su reino será eterno y todos los poderes le obedecerán y estarán a su servicio.
¿Puede haber algo en común entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos templos de Dios viviente. Así lo ha dicho Dios mismo: Habitaré y caminaré en medio de ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
también vosotros, como piedras vivas, os vais construyendo como templo espiritual para formar un sacerdocio consagrado que, por medio de Jesucristo, ofrezca sacrificios espirituales y agradables a Dios.
Pero vosotros sois raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión, destinado a proclamar las grandezas de quien os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.