Haré que se cumplan contra aquel país todas las palabras que pronuncié contra ellos, todo lo escrito en este libro, el de las profecías de Jeremías contra todas las naciones.
Entonces me dijo: —Habla al espíritu, hijo de hombre, habla al espíritu y dile: «Esto dice el Señor Dios: Espíritu, ven de los cuatro vientos y sopla en estos muertos para que revivan».
Tomé, pues, el libro de la mano del ángel y me lo comí. Y resultó verdaderamente dulce como la miel en mi boca, pero amargo en mis entrañas una vez que me lo comí.
Recibí después una vara de medir semejante a un bastón, y me ordenaron: —Ve, toma las medidas del Templo de Dios y de su altar y cuenta el número de sus adoradores.
Vi también otro ángel que volaba por lo más alto del cielo. Tenía un evangelio eterno que anunciar a los habitantes de la tierra; a todas las razas, naciones, lenguas y pueblos.
Has visto también diez cuernos. Representan a diez reyes que aún no han comenzado a reinar, pero que durante muy breve tiempo compartirán el poder con la bestia.
Y cantaban a coro este cántico nuevo: —Digno eres de recibir el libro y romper sus sellos, porque has sido degollado y con tu sangre has adquirido para Dios gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación,