En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una cortante espada de dos filos y su rostro era como el sol cuando brilla con todo su resplandor.
juzgará con justicia a los pobres, con rectitud a los humildes de la tierra; herirá al violento con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado;
La luna escapará avergonzada, el sol se ocultará abochornado, pues reina el Señor del universo en el monte Sion y en Jerusalén, honrado en medio de sus ancianos.
Me hallaba en camino, majestad, cuando a eso del mediodía vi una luz del cielo más brillante que el sol, cuyo resplandor nos envolvió a mí y a mis compañeros de viaje.
En efecto, la palabra de Dios es fuente de vida y de eficacia; es más cortante que espada de dos filos y penetra hasta dividir lo que el ser humano tiene de más íntimo, hasta llegar a lo más profundo de su ser, poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones.
En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro, las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias y los siete candeleros son las siete iglesias.
Vi luego otro ángel lleno de poder. Bajaba del cielo envuelto en una nube y el arco iris coronaba su cabeza. Su rostro resplandecía como el sol y sus piernas eran semejantes a columnas de fuego.
Una espada afilada sale de su boca para herir con ella a las naciones, a las que gobernará con cetro de hierro; y se dispone a pisar el lagar donde rezuma el vino de la terrible ira de Dios, que es dueño de todo.
Los demás fueron exterminados por la espada del jinete del caballo blanco —la espada que sale de su boca— y todas las aves rapaces se hartaron de sus carnes.
Escribe al ángel de la iglesia de Sardes: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: —Conozco tu comportamiento y, aunque alardeas de estar vivo, sé que estás muerto.