y el Señor le respondió: —Dos naciones hay en tu vientre; dos pueblos separados desde tus entrañas; uno será más fuerte que el otro, el mayor servirá al menor.
Que tengas pueblos por vasallos y naciones se inclinen ante ti. Que seas señor de tus hermanos y ante ti se postren los hijos de tu madre. ¡Maldito sea quien te maldiga, y quien te bendiga, bendito sea!».
Luego David puso gobernadores sobre los arameos de Damasco, que le quedaron sometidos como vasallos tributarios. Y el Señor hacía triunfar a David en todas sus campañas.