Cuando los comentarios de Israel llegaron a oídos del rey, él mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: —Decid a los ancianos de Judá: «¿Por qué vais a ser los últimos en restablecer al rey en su palacio?
Todos los de Judá respondieron a los de Israel: —Porque el rey es pariente nuestro. Pero ¿por qué os enfadáis así? ¿Acaso hemos comido a costa del rey o hemos sacado algún provecho?
Se llevaron a Asael y lo enterraron en la sepultura familiar, en Belén. Luego Joab y sus hombres caminaron durante toda la noche y amanecieron en Hebrón.
te nombrarás como rey aquel a quien el Señor tu Dios escoja. El rey deberá pertenecer a tu mismo pueblo; no harás rey a un extranjero, a alguien que no sea de los tuyos.
Y lo mismo que los hijos comparten una misma carne y sangre, también Jesús las compartió para poder así, con su muerte, reducir a la impotencia al que tiene poder para matar, es decir, al diablo,
—Pregonad esto, por favor, a todos los señores de Siquén: «¿Qué os conviene más, que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Jerubaal, o que os mande uno solo? Recordad, además, que yo formo parte de vuestra familia».