Entonces Abner envió unos mensajeros a proponer en su nombre a David: —¿De quién es el país? Haz un pacto conmigo y yo te ayudaré a poner a todo Israel de tu parte.
Yo hoy me siento débil, aunque sea el rey ungido, y esa gente, los hijos de Seruyá, son más fuertes que yo. ¡Que el Señor les dé su merecido por su maldad!