Agilizas mis pasos al andar y no se tuercen mis tobillos.
me puso a salvo, me libró porque me amaba.
No dejará que tropiece tu pie, no dormirá quien te protege.
He mantenido mis pasos firmes en tus sendas y no he dejado que mis pies se extravíen.
Respóndeme cuando te llame, tú, oh Dios, que eres mi defensor; tú que en la angustia me confortaste, apiádate de mí, escucha mi oración.
Si yo digo: «Mi pie resbala», tu bondad, Señor, me sostiene.
Cuando camines, no se trabarán tus pasos; cuando corras, no tropezarás.
Él guía los pasos de sus amigos, mientras los malvados se pierden en la oscuridad, porque nadie triunfa por sus fuerzas.