Tú me ofreces tu escudo protector y tu benevolencia me engrandece.
Te convertiré en una gran nación, te bendeciré y haré famoso tu nombre, y servirás de bendición para otros.
Después de estos sucesos, el Señor habló a Abrán en una visión y le dijo: —No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y muy grande va a ser tu recompensa.
te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos
Que el Señor os multiplique, a vosotros y a vuestros hijos,
Me ofreces tu escudo protector, tu diestra me sostiene, tu benevolencia me engrandece.
Porque Dios, el Señor, es sol y escudo, el Señor otorga gracia y gloria; él no niega bien alguno a quien camina con rectitud.
Tened siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno.
Como casco, usad el de la salvación, y como espada, la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios.