Dijo: El Señor es mi bastión, mi baluarte, mi salvador;
Pues, ¿quién es Dios, aparte del Señor? ¿quién una fortaleza, sino nuestro Dios?
Dios es mi plaza fuerte y hace perfecto mi camino;
El Dios de Israel ha hablado, la Roca de Israel me ha dicho: «Quien gobierna a los humanos justamente, el que los gobierna respetando a Dios,
Él es mi bien, mi baluarte, mi defensa y quien me salva; el escudo que me sirve de refugio, el que me somete a mi pueblo.
pues tú eres mi bastión, mi baluarte; honrando tu nombre, guíame y condúceme.
Pregunto a Dios, mi roca: «¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué he de andar afligido por el acoso del enemigo?».
Sé para mí fortaleza protectora donde siempre pueda entrar; tú has decidido salvarme, mi baluarte y mi bastión eres tú.
di al Señor: «Tú eres mi refugio, mi baluarte, mi Dios en quien confío».
El nombre del Señor es fortaleza, a ella acude el justo para protegerse.
Por eso te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi Iglesia, y el poder del abismo no la vencerá.
Él es la Roca; su obra es perfecta y todos sus caminos son justos. Dios es fiel y sin maldad, es justo y recto.
Nadie es santo como el Señor, nadie es fuerte como nuestro Dios, porque no hay otro como tú.
Saúl y su gente salieron en su busca. Cuando informaron a David, este bajó al roquedal del desierto de Maón. Saúl se enteró y se puso a perseguir a David por el desierto de Maón.
Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le informaron que David estaba en el desierto de Enguedí.