Entonces ella dijo: —Antiguamente se solía decir: «Que pregunten en Abel, y caso resuelto».
Él se acercó y la mujer le preguntó: —¿Eres tú Joab? Él respondió: —Sí, yo soy. La mujer le dijo: —Por favor, escucha las palabras de tu sierva. Joab le dijo: —Te escucho.
Somos israelitas pacíficos y fieles ¡y tú pretendes destruir una ciudad importante de Israel! ¿Por qué quieres arruinar el patrimonio del Señor?