En cambio, los súbditos de David habían matado a trescientos sesenta benjaminitas de los hombres de Abner.
Por su parte, Joab dejó de perseguir a Abner y reunió a toda la tropa. De los súbditos de David faltaban diecinueve hombres, además de Asael.
Se llevaron a Asael y lo enterraron en la sepultura familiar, en Belén. Luego Joab y sus hombres caminaron durante toda la noche y amanecieron en Hebrón.
La guerra entre las familias de Saúl y David se prolongó; pero mientras David se hacía cada día más fuerte, la familia de Saúl se iba debilitando.
Pero el rey de Israel respondió: —Decidle que no cante victoria antes de la batalla.