Abner le dijo: —Desvíate a cualquier lado, agarra a alguno de los muchachos y quédate con sus despojos. Pero Asael no quiso dejar de perseguirlo.
Abner miró hacia atrás y preguntó: —¿Eres Asael? Él contestó: —Sí.
Abner le insistió: —Deja ya de perseguirme o me obligarás a aplastarte. Y luego, ¿con qué cara me presento ante tu hermano Joab?
Entonces el espíritu del Señor invadió a Sansón que bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres; recogió sus despojos y entregó las mudas a los acertantes de la adivinanza. Luego, enfurecido, subió a casa de su padre.