Tu siervo reconoce que te ha ofendido. Por eso, hoy he sido el primero de toda la casa de José en venir a recibir al rey, mi señor.
David y sus hombres siguieron su camino, mientras que Simeí los seguía por la ladera del monte, maldiciendo, tirando piedras y levantando polvo.
Cuando el rey David llegó a Bajurín, salió de allí un pariente de Saúl, llamado Simeí, hijo de Guerá. Salía insultando
Abisay, el hijo de Seruyá, dijo al rey: —¿Por qué ese perro muerto ha de insultar a mi señor el rey? Déjame que vaya y le corte la cabeza.
Dios, escudo nuestro, mira, contempla el rostro de tu ungido.
No te retrases en presentarme las primicias de tus mieses y de tu vendimia. Me darás el primogénito de tus hijos
Con sus trampas dieron caza al rey, que era nuestro aliento, pues a su sombra esperábamos vivir entre las naciones.
Pero luego le remordió la conciencia por haberle cortado el borde del manto a Saúl.
Pero David respondió a Abisay: —No lo mates, porque no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor.