y cruzaron el vado para ayudar a pasar a la familia del rey y ponerse a su disposición. Simeí, el hijo de Guerá, se postró ante el rey, cuando iba a cruzar el Jordán,
Su hermano Absalón le preguntó: —¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues entonces cállate, que es tu hermano, y no te preocupes por este asunto. Entonces Tamar, desolada, se quedó en casa de su hermano Absalón.
Iba acompañado por mil hombres de Benjamín. También llegó Sibá, el criado de la familia de Saúl, con sus quince hijos y veinte siervos. Ambos llegaron al Jordán antes que el rey
Nadie enseñará a nadie diciendo: «Conoced al Señor», porque todos me conocerán, del más pequeño al más grande —oráculo del Señor—; perdonaré sus culpas y ya no me acordaré de sus pecados.
Porque sin tomar en cuenta los pecados de la humanidad, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado ese mensaje de reconciliación.
Y tampoco aquella fue la primera vez que consulté a Dios por él. ¡Lejos de mí ofender al rey! Por tanto, que el rey no acuse a su siervo ni a toda su familia, porque tu siervo no sabía absolutamente nada de todo este asunto.
Que mi señor no tome en serio a ese insolente de mi marido, Nabal, porque hace honor a su nombre: se llama Imbécil y la imbecilidad lo define. Pero esta sierva tuya no vio a los muchachos que mi señor envió.
Saúl le dijo: —He pecado. Regresa, David, hijo mío, que no volveré a hacerte daño, pues hoy has respetado mi vida. He sido un insensato y me he equivocado del todo.