Pero Joab le dijo: —Tú no eres el más indicado para llevar hoy la noticia; otro día será. Hoy no darías buenas noticias, porque ha muerto el hijo del rey.
El centinela dijo: —Por su forma de correr, el primero me parece Ajimás, el hijo de Sadoc. Y David comentó: —Es buena gente, vendrá con buenas noticias.
Luego el rey dio a Joab, a Abisay y a Itay el siguiente encargo: —Tratad con respeto al joven Absalón. Y toda la tropa escuchó las órdenes del rey a los capitanes a propósito de Absalón.
El rey se conmovió, subió a la habitación que había encima de la puerta y se puso a llorar diciendo mientras subía: —¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en tu lugar! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!