Entonces lo alcanzaremos allí donde se encuentre y caeremos sobre él, como rocío sobre la tierra, y no quedarán vivos ni él, ni ninguno de todos los que lo acompañan.
Entonces Benadad mandó a decir a Ajab: —¡Que los dioses me castiguen, si queda de Samaría polvo suficiente para darle un puñado a cada uno de mis seguidores!
La soberbia de tu corazón te ha engañado; tú, que habitas en lugares rocosos, asentada sobre las alturas, dices en tu corazón: «¿Quién me derribará por tierra?».
Será entonces el resto de Jacob, entre pueblos y naciones numerosas, como un león entre fieras salvajes, como un cachorro de león en medio de rebaños de ovejas: penetra, pisotea y desgarra sin que haya nadie que defienda.
Comprobad también todos los escondites en que se oculta y regresad aquí con datos seguros, que yo iré con vosotros y, si está en esa comarca, yo lo buscaré entre todos los clanes de Judá.