Y cuando alguien se le acercaba para arrodillarse ante él, Absalón le tendía la mano, lo levantaba y lo abrazaba.
Joab fue a informar al rey. Luego el rey llamó a Absalón y, cuando este llegó ante el rey, le hizo una reverencia postrado en tierra. Entonces el rey abrazó a Absalón.
Joab saludó a Amasá: —¿Estás bien, hermano? Luego lo agarró de la barba con su mano derecha para besarlo.
son dulces las lisonjas de su boca, pero en su corazón hay violencia; sus palabras, más suaves que el aceite, no son más que afiladas espadas.
aunque te hable con dulzura, no te fíes; su mente esconde siete maldiciones;
Tampoco me diste el beso de bienvenida; en cambio ella, desde que llegué, no ha cesado de besarme los pies.