Entonces David le dijo: —Está bien, pasa. Y pasó Itay, el de Gat, con todos los hombres y los niños que lo acompañaban.
Pero Itay le respondió: —¡Por el Señor y por el rey, mi señor! Allí donde esté mi señor, el rey, en vida o muerte, allí estará tu servidor.
Toda la gente lloraba a gritos mientras iba desfilando. Luego David cruzó el torrente Cedrón por el camino que lleva al desierto, y con él cruzó toda la gente.