Esto dice el Señor: Yo haré que la desgracia te sobrevenga desde tu propia casa. Tomaré tus mujeres en tu propia cara y se las entregaré a tu prójimo, para que se acueste con ellas en tu cara y a la luz de este sol.
El rey no deberá poseer una caballería numerosa ni hacer que el pueblo vuelva a Egipto para adquirir más caballos, pues el Señor dijo: «No volváis más por ese camino».
y les dijo: —Estos serán los derechos del rey que os gobierne: alistará a vuestros hijos y a unos los destinará a sus carros y a sus caballos para que vayan delante de su carroza;