Una tarde, después de levantarse de la siesta y mientras paseaba por la terraza de palacio, David vio desde allí a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa.
Absalón se había levantado en vida un monumento en el valle del Rey, pues pensaba: «No tengo un hijo que conserve mi nombre». Así que puso su nombre al monumento y todavía hoy se denomina Monumento de Absalón.
Así dice el Señor: Escribid sobre este hombre: «no ha tenido hijos, es un varón malogrado en su vida». No logró que alguien de su estirpe se sentara en el trono de David y siguiera gobernando en Judá.