Pero esa misma noche Dios se apareció en sueños a Labán, el arameo, y le dijo: —¡Que no se te ocurra hacer reproche alguno a Jacob, ni para bien ni para mal!
Ahora yo podría castigaros, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo que no se me ocurriera hacerte reproche alguno, ni para bien ni para mal.
No como Caín, quien, por ser del maligno, asesinó a su hermano. Y ¿por qué lo asesinó? Pues porque sus acciones eran malas, y las de su hermano, en cambio, eran buenas.