Devolvedles hoy mismo sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas, así como cualquier interés que hayáis podido cobrarles por el dinero, el cereal, el vino y el aceite.
El fuego se mantendrá permanentemente encendido sobre el altar sin dejar que se apague; cada mañana el sacerdote lo alimentará con leña, colocará el holocausto encima de él y quemará sobre él la grasa de los sacrificios de comunión.
Zaqueo, por su parte, se puso en pie y, dirigiéndose al Señor, dijo: —Señor, estoy decidido a dar a los pobres la mitad de mis bienes y a devolver cuatro veces más a los que haya defraudado en algo.