A la mañana siguiente David escribió una carta a Joab y se la mandó por medio de Urías.
¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que le desagrada? Has asesinado a Urías, el hitita, por medio de la espada amonita, y te has apoderado de su mujer.
Libra a tu siervo de la arrogancia, ¡que no me domine! Y entonces seré íntegro, inocente de un gran pecado.
Tú maquinas maldades, tu lengua, afilada navaja, difunde calumnias.
Solo un soplo es el ser humano, solo un espejismo son los mortales; todos puestos en una balanza, todos juntos, pesan menos que un soplo.
Nada hay más engañoso que el corazón; no tiene remedio, ¿quién lo conoce?