El muchacho le contestó: —Yo me encontraba casualmente en el monte Guilboa, cuando vi a Saúl apoyado sobre su lanza y acosado por los carros y los jinetes.
Montes de Guilboa, no caiga sobre vosotros ni lluvia ni rocío. Campos baldíos, sobre los que se quebró el escudo de los héroes. Escudo de Saúl, no untado con aceite,
Observad entonces: si se encamina hacia su territorio y sube hacia Bet Semes, demostrará que él nos ha causado esta terrible plaga. Si no es así, sabremos que él no nos ha castigado y que ha sido un accidente.