Porque si ya lo perecedero fue glorioso, mucho más glorioso será lo permanente.
En efecto, lo que fue glorioso ha dejado de serlo al quedar eclipsado por una gloria más excelsa.
Con una esperanza así, ¿no vamos a actuar con plena libertad?
Por eso, conscientes de que Dios nos ha confiado, en su misericordia, este servicio, lejos de darnos por vencidos,
Al llamar nueva a esta alianza, Dios está declarando vieja a la primera; y todo lo que se queda viejo y anticuado está a punto de desaparecer.