Ellas les contestaron: —Sí, ahí un poco más adelante. Pero daos prisa, pues ha llegado hoy a la aldea, porque el pueblo celebra un sacrificio en el santuario.
Luego llegarás a Guibeá de Dios donde está el destacamento filisteo y, al entrar en la ciudad, te tropezarás con un grupo de profetas que bajan del santuario en trance profético, precedidos de arpas, tambores, flautas y cítaras.
Samuel replicó: —¿Cómo me las arreglo para ir? Si Saúl se entera me matará. Y Dios le respondió: —Llévate contigo una novilla y dices que vas a ofrecer un sacrificio al Señor.
Yo designaré un sacerdote fiel que actúe conforme a mi criterio y mi voluntad. Le proporcionaré una familia estable y vivirá siempre al servicio de mi ungido.
y si tu padre pregunta por mí le dices: «Me pidió permiso urgente para ir a su pueblo, Belén, ya que toda su familia celebra allí el sacrificio anual».