Cuando el criado llegó a las afueras de la ciudad, hizo arrodillar a los camellos junto a un pozo de agua. La tarde ya estaba cayendo y ese era el momento en que las aguadoras salían en busca de agua.
Y ellos respondieron: —No podemos hacer eso hasta que no lleguen todos los rebaños y se retire la piedra que está sobre el brocal del pozo; solamente entonces podremos abrevar las ovejas.
El sacerdote de Madián tenía siete hijas. Vinieron estas a sacar agua y, mientras estaban llenando el abrevadero para dar de beber al rebaño de su padre,
mientras junto a los abrevaderos se oye la voz de quienes pregonan el botín. Allí se cantan las victorias del Señor, las victorias de su señorío en Israel. Entonces bajó a las puertas el pueblo del Señor.