David convocó a todo Israel, desde el torrente Sijor en los límites de Egipto hasta la entrada de Jamat, para traer desde Quiriat Jearín el Arca de Dios.
Hubo otro hombre que profetizó en nombre del Señor: Urías, hijo de Semaías, de Quiriat Jearín. Profetizó contra esta ciudad y contra este país, en los mismos términos que Jeremías.
Reconoce, sin embargo, tu culpa, tu rebeldía contra el Señor, tu Dios: prodigaste tus amores a extranjeros debajo de todo árbol frondoso, sin escuchar siquiera mi voz —oráculo del Señor.
Vendrán todos llorando y yo los guiaré entre consuelos; los llevaré a la vera de arroyos, por senda recta, sin tropiezos. Soy como un padre para Israel, Efraín es mi hijo primogénito.
Los habitantes de Quiriat Jearín vinieron y recogieron el Arca del Señor; la llevaron a la casa de Abinadab, en la colina, y consagraron a su hijo Eleazar para que la cuidase.
Entonces Samuel se dirigió a todos los israelitas para decirles: —Si queréis volver totalmente al Señor, retirad de entre vosotros a los dioses y diosas extranjeros, entregaos plenamente al Señor, adoradlo en exclusiva y él os librará de los filisteos.