los más valientes reaccionaron, caminaron durante toda la noche y descolgaron de la muralla de Betsán los cadáveres de Saúl y de sus hijos. Luego regresaron a Jabés y los quemaron allí.
todos los valientes se apresuraron, recogieron los cadáveres de Saúl y de sus hijos y los llevaron a Jabés. Luego enterraron sus huesos bajo la encina de Jabés y guardaron ayuno durante siete días.
Fue enterrado en el sepulcro que se había hecho en la Ciudad de David, colocado en un lecho lleno de diversas clases de perfumes, elaborados por expertos perfumistas. Luego encendieron en su honor una enorme pira.
Morirás tranquilamente, y del mismo modo que quemaron perfumes en los funerales de tus antepasados, los reyes que te precedieron, también a ti te quemarán perfumes y plañirán por ti diciendo: ¡Ay, Señor! Esta es mi palabra —oráculo del Señor.
Y cuando el pariente saque de la casa los cadáveres para quemarlos y diga al que está en el fondo de la casa: «¿Queda todavía alguien contigo?», el otro responderá: «no queda ninguno». Y añadirá: «Guardad silencio», pues no hay que mencionar el nombre del Señor.