El rey le dijo: —No tengas miedo. ¿Qué ves? La mujer le respondió: —Un espíritu que sale de la tierra.
No te retrases en presentarme las primicias de tus mieses y de tu vendimia. Me darás el primogénito de tus hijos
Él hablará al pueblo en tu nombre; será tu portavoz, y tú harás para él las veces de Dios.
Cuando la mujer vio a Samuel, pegó un grito y le dijo a Saúl: —¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl!
Saúl le preguntó: —¿Qué aspecto tiene? Ella le dijo: —El de un anciano vestido con un manto. Saúl comprendió entonces que se trataba de Samuel, se postró rostro en tierra e hizo una reverencia.