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Referencias Cruzadas

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1 Samuel 26:6

La Palabra (versión española)

David consultó con Ajimélec, el hitita, y con Abisay, hijo de Seruyá y hermano de Joab y les preguntó: —¿Quién está dispuesto a bajar conmigo al campamento de Saúl? Y Abisay respondió: —Yo bajaré contigo.

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22 Referencias Cruzadas  

De Canaán descienden Sidón, su primogénito, y Jet,

hititas, fereceos, refaítas,

Luego salió de donde estaba el cadáver de Sara y fue a proponer a los hititas lo siguiente:

Cuando Esaú tenía cuarenta años tomó por mujer a Judit, hija de Beerí el hitita, y a Besemat, hija de otro hitita llamado Elón.

¿Quién mató a Ajimélec, el hijo de Jerubaal? ¿No fue una mujer la que le lanzó desde lo alto de la muralla una piedra de moler que lo mató en Tebes? ¿Por qué os acercasteis a la muralla?», entonces tú le dirás: «También murió tu siervo Urías, el hitita».

Entonces los arqueros dispararon sobre nosotros desde lo alto de la muralla y algunos de los oficiales del rey murieron. También murió tu siervo Urías, el hitita.

Entonces David envió recado a Joab: —Mándame a Urías, el hitita. Y Joab se lo mandó.

¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que le desagrada? Has asesinado a Urías, el hitita, por medio de la espada amonita, y te has apoderado de su mujer.

Luego el rey dio a Joab, a Abisay y a Itay el siguiente encargo: —Tratad con respeto al joven Absalón. Y toda la tropa escuchó las órdenes del rey a los capitanes a propósito de Absalón.

Por su parte, Joab, hijo de Seruyá, también salió con los súbditos de David, y se encontraron junto a la alberca de Gabaón. Se colocaron allí, unos a un lado de la alberca y los otros al otro lado.

Estaban allí los tres hijos de Seruyá: Joab, Abisay y Asael. Asael corría como un ciervo en campo abierto,

Abisay, hermano de Joab e hijo de Seruyá, era el jefe de los Treinta. Atacó con su lanza a trescientos hombres, los mató y adquirió fama con los Tres.

Elifélet, hijo de Ajasbay, de Maacá; Elián, hijo de Ajitófel, el guilonita;

y Urías, el hitita. En total, treinta y siete.

El carro importado de Egipto valía seiscientos siclos de plata y el caballo, ciento cincuenta, exactamente igual que los exportados a los reinos hititas y arameos por los mismos proveedores.

Resulta que el Señor había hecho resonar en el campamento sirio un estrépito de carros y caballos, el fragor de un gran ejército, y se habían dicho unos a otros: «Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y egipcios para que nos ataquen».

Y añadió: —Esta será la señal de que el Dios vivo está en medio de vosotros y de que, al llegar vosotros, va a expulsar al cananeo, al hitita, al jeveo, al fereceo, al guirgaseo, al amorreo y al jebuseo.

David y Abisay llegaron, pues, hasta donde estaba la tropa. Saúl dormía acostado dentro del recinto, con su lanza clavada en el suelo junto a la cabecera. Abner y la tropa estaban acostados a su alrededor.




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