Júrame, pues, por el Señor que no aniquilarás mi descendencia ni borrarás mi apellido.
En aquel tiempo Abimélec, acompañado de Picol, jefe de su ejército, dijo a Abrahán: —Dios está contigo en todo lo que haces.
Por tanto, júrame por Dios, aquí mismo, que no me traicionarás ni a mí, ni a mis hijos, ni a mis parientes, sino que me tratarás a mí y al país que te ha acogido con la misma lealtad que yo te he mostrado.
y los colgaremos ante el Señor en Guibeá de Saúl, el elegido del Señor. El rey les dijo: —Yo os los entregaré.
El rey perdonó la vida a Mefibóset, hijo de Jonatán, el hijo de Saúl, en virtud del juramento sagrado sellado entre David y Jonatán, el hijo de Saúl.
Pero Jesús no se confiaba a ellos, pues los conocía a todos perfectamente.
Y Saúl dijo a David: —¡Bendito seas, David, hijo mío! Tendrás éxito en todas tus empresas. Luego David siguió su camino y Saúl regresó a casa.