El rey mandó llamar al sacerdote Ajimélec, el hijo de Ajitub, y a todos sus familiares, sacerdotes en Nob. Cuando todos llegaron ante el rey,
Están prontos para derramar sangre,
David se puso en camino y Jonatán volvió a la ciudad.
Ajimélec consultó al Señor por él y además le dio víveres y la espada de Goliat, el filisteo.
Saúl dijo: —Escúchame, hijo de Ajitub. Él respondió: —Aquí me tienes, majestad.