David se marchó de allí y se refugió en la cueva de Adulán. Cuando se enteraron sus hermanos y toda su familia, bajaron hasta allí a encontrarse con él.
En otra ocasión, en la época de la cosecha, tres de los Treinta bajaron a la peña y fueron a la cueva de Adulán, a ver a David, mientras un destacamento filisteo estaba acampado en el valle de Refaín.
Personas demasiado buenas para un mundo como este, que tuvieron que vagar por lugares desérticos, por los montes, las cuevas y las cavernas de la tierra.
Cuando llegó a unos apriscos de ovejas junto al camino, entró en una cueva que había allí a hacer sus necesidades. David y sus hombres estaban al fondo de la cueva.