David le dijo: —Mira, mañana es luna nueva y yo debería sentarme a comer con el rey. Permíteme que me esconda en el campo hasta pasado mañana por la tarde;
diciendo: «¿Cuándo pasará la fiesta del novilunio para que podamos vender el cereal, y el sábado para dar salida al trigo? Usaremos medidas trucadas, aumentaremos el peso del siclo y falsearemos las balanzas.
Y en vuestros días de fiesta, en las solemnidades y novilunios, tocaréis las trompetas en el momento de ofrecer vuestros holocaustos, y vuestros sacrificios de comunión. Eso servirá para que vuestro Dios se acuerde de vosotros. Yo soy el Señor, vuestro Dios.
Pero el segundo día, el siguiente de la luna nueva, el sitio de David seguía vacío. Entonces Saúl preguntó a su hijo Jonatán: —¿Por qué no ha venido el hijo de Jesé al banquete ni ayer ni hoy?
y si tu padre pregunta por mí le dices: «Me pidió permiso urgente para ir a su pueblo, Belén, ya que toda su familia celebra allí el sacrificio anual».