Pero no se enteró de nada, porque solo Jonatán y David conocían la clave.
Y Jonatán le volvió a gritar: —Date prisa y no te quedes parado. El criado recogió la flecha y se la llevó a su señor.
Luego Jonatán entregó sus armas al criado y le dijo: —Anda y llévalas a la ciudad.