En cuanto José vio a sus hermanos, los reconoció, pero fingiendo no conocerlos, les preguntó con rudeza: —¿De dónde venís? Ellos respondieron: —Venimos de la tierra de Canaán para comprar grano.
Uno de los criados avisó a Abigail, esposa de Nabal: —Mira, David ha enviado unos mensajeros desde el desierto para saludar a nuestro amo y él los ha humillado.
Así que mira a ver qué puedes hacer, porque seguramente está decidida la ruina de nuestro amo y de toda su familia. Y él es un insolente con el que no se puede hablar.