La que ha parido siete hijos desfallece exhalando suspiros; se pone para ella el sol en pleno día, está desconcertada y confusa. El resto lo entregaré a la espada como presa para sus enemigos —oráculo del Señor.
Abrahán le contestó: «Amigo, recuerda que durante tu vida terrena recibiste muchos bienes, y que Lázaro, en cambio, solamente recibió males. Pues bien, ahora él goza aquí de consuelo y a ti te toca sufrir.
Pues dice la Escritura: Alégrate tú, la estéril, la que no tienes hijos; salta de júbilo y clama, tú que no has experimentado los dolores de parto. Porque van a ser muchos más los hijos de la abandonada, que los de aquella que tiene marido.